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lunes, 16 de julio de 2012

Diagnóstico del ACV con neuroimágenes


Aunque la historia clínica y el examen neurológico son casi siempre suficientes para hacer el diagnóstico de apoplegía, la crucial diferenciación entre ictus hemorrágico e isquémico sólo puede establecerse con neuroimágenes, como la tomografía axial computadorizada (TAC) y la resonancia magnética (RM). La principal ventaja de la TAC sobre la RM  radica en su rapidez y disponibilidad. Sin embargo, la utilidad diagnóstica de la RM supera ostensiblemente a la de la TAC. 
Por ejemplo, los cambios isquémicos pueden detectarse de manera más conspicua y precoz mediante RM. De hecho, la  extensión del daño cerebral irreversible y del tejido que corre riesgo de infartarse pueden ser demostrados al combinar las  secuencias de difusión y perfusión. La RM del paciente con ataque  cerebrovascular isquémico generalmente demuestra un  tamaño y localizacion desigual entre los defectos de difusión y perfusión. Cuando la lesión en las imágenes de perfusión  es mayor que el defecto de difusión asociado, se utiliza por convención la palabra “discrepancia” o “desigualdad”  (“mismatch”). La discrepancia entre difusión y perfusión (difusión menor que perfusión) anuncia la presencia de  tejido cerebral hipoperfundido, a riesgo de infartarse y por tanto, es útil para guiar la terapia.




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